Retos para la defensa de la Fiesta en el S.XXI
Juan Carlos Gil González
La Tauromaquia es un fenómeno social, total, complejo e íntimamente intrincado en la particular historia de la cultura mediterránea. No podemos desconocer que desde sus orígenes hasta la actualidad ha habido pocas disciplinas artísticas que no se hayan preocupado por este hechizante fenómeno cultural que supone la unión del toro y el torero en la plaza.
Desde la antropología a la arqueología pasando por la historia, la literatura, la filosofía, el derecho, las artes plásticas, el periodismo… han puesto de manifiesto el profundo arraigo que desde siempre ha tenido en la Península Ibérica este simbólico matrimonio entre la inteligencia y la fiereza. Hay pocas fiestas populares con tantos matices y con tantas reminiscencias mitológicas, misteriosas e incluso hasta fantásticas, que explican el ser y el sentir del ser humano.
La riqueza del toreo abarca muchas parcelas:
- La Tauromaquia como elemento conformador y signo de identidad de la cultura mediterránea.
- La Tauromaquia, como fuente de riqueza por su capacidad para generar puestos de trabajo en distintos ámbitos; artesanía, edición, ganadería, transporte…
- La Tauromaquia como elemento vertebrador del mundo rural y como actividad que todavía hoy posee un amplísimo conocimiento oral que es obligatorio que lo conservemos como una gran patrimonio inmaterial. El aprendizaje de los oficios de generación en generación.
Fue en París en torno a los primeros años del siglo XX cuando la etnología impulsó el estudio de la Fiesta de los toros desde diversas perspectivas. El grupo de historiadores, sociólogos, antropólogos… que acudían al Collège de Sociologie o al Musée de l’Homme de París, aislaron el concepto de sacrificio y lo analizaron desde la óptica humanista, como una necesidad espiritual para el ser humano, hecho que tuvo especial repercusión en la interpretación de las corridas de toros.
El descubrimiento de estas nuevas leyes, costumbres, formas de vida, folklore,… sirvió para comprender mucho mejor las antiguas sociedades del Mediterráneo, que estaban todas organizadas alrededor del sacrificio del toro. Estos nuevos científicos recogieron e incorporaron esos novedosos avances y tenían la sensación de que, en las corridas de toros, asistían a una ceremonia de resonancias muy arcaicas.
Este retorno a los orígenes del Mediterráneo y a su cultura sacrificial movilizó en la Europa de principios del siglo XX tanto a artistas como a científicos, pensadores, escritores… Sólo desde esta óptica sacrificial es éticamente aceptable el curso completo de la lidia y el proceso que hace posible la asunción simbólicamente voluntaria de la muerte del toro.
De acuerdo, pues, con Ortega y Gasset y con Caro Baroja, podemos sustentar que el conjunto de rituales festivos que conocemos con el nombre de Fiestas de toros constituyen el hecho diferencial que mejor nos distingue del resto de nuestros congéneres, no sólo a los españoles sino también a los pueblos que provienen de la cultura mediterránea (franceses, italianos e incluso latinoamericanos). Hoy, los habitantes de la Península Ibérica, juegan y sacrifican toros bravos para rememorar los grandes valores de nuestra identidad: el poder telúrico de la naturaleza, la destreza humana, el arrojo, la valentía, el poder inmaculado y virginal del toro, la capacidad sugestiva del torero…
Gracias a la existencia de estos juegos rituales con los toros bravos ha supervivido el último testimonio del primer hálito espiritual del hombre civilizado. Esta relación sagrada es, sin duda, la que ha permitido que bajo su amparo, el toro, ese impresionante y bello animal no haya desparecido para siempre.
Bien, con estos argumentos, mal que bien, hemos sobrevivido hasta ahora. Sin embargo, la sociedad europea ha cambiado y este argumentario está caduco, no es suficiente. Hay que pasar a la acción y dejar los debates de salón.
*Juan Carlos Gil González, profesor doctor de la Universidad de Sevilla, es director de la Cátedra “Ignacio Sánchez Mejías” de Comunicación y Tauromaquia. Capítulo 1 de la ponencia “Retos para la Defensa de la Fiesta de los Toros en el S.XXI" impartida el 16 de noviembre del 2012 en la UIMP de Sevilla.
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