Su vida, esa que compartió con sus queridos “Alfredito” (Sadel) y “Luisito”: el Diamante Negro (der), era la forma como cariñosamente se refería a sus amigos. Foto: blog tribunataurina
por: Kike Rosales
Una de las características de César Faraco era la caballerosidad; además de poseer un sentido del humor y carácter que no admitían medias tintas, frontal, honesto, decente y prudente; así lo conocimos y así se quedará metido en nuestra memoria. El hombre que sufrió cornadas tan fuertes que lo llevaron a recibir los santos óleos; el que hace seis años fue víctima de una enfermedad cardiovascular que le daba sólo unos meses de vida.
Faraco superó todos esos avatares para morirse a los 76 años, sentado en su cama escribiendo una carta donde manifestaba por letra propia los síntomas del infarto que sufría en ese momento.
Así era el Maestro, sin estridencias, dejaba escrito el agradecimiento a la tierra que en los últimos años de su vida lo recibió como uno mas, San Cristobal, ahí esta la Escuela Taurina, su escuela, la razón de ser de su vida y el sitio donde vivió momentos emotivos y hermosos en la plaza de toros.
Así se murió Faraco, como fue su vida, esa que compartió con sus queridos “Alfredito” (Sadel) y “Luisito” (el diamante negro), era la forma como cariñosamente se refería a sus amigos.
Como muchos otros lo conocí y lo quiero, ojalá y pudiéramos estar a la altura de lo que él consideraba era la Fiesta Brava: pura grandeza. Nos dijo adiós Faraco en letras escribiendo que a las 2:00 am le dolía el brazo izquierdo y que se iba dando gracias a los que lo quisieron; así se fue Faraco como lo hizo todo en su vida, con grandeza.
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