Al son de La Marsellesa
Ana Pedrero7
22/04/2011 tomado de burladero.com
Francia nos ha pegado -una vez más- un buen repaso en la defensa y la protección de la tauromaquia.
Esta mañana, mientras España se partía el pecho bajo la lluvia para sacar a la calle la Pasión, desde Francia se lanzaba un grito de libertad al mundo en defensa de nuestra otra pasión, la que se escribe en minúscula: la mayúscula pasión que nos une, la de los toros.
Los toros ya son Patrimonio Cultural Inmaterial de Francia. El Gobierno francés, a instancias del Observatorio de las Culturas Taurinas, reconoce así el valor histórico, artístico, antropológico y cultural de la tauromaquia, que queda blindada en todas sus manifestaciones. Sin complejos, sin medias tintas, sin maniqueos políticos, sin raseros de doble filo, sin nazionalistas -escritos con la zeta de 'zetape'- que la utilicen y la ensucien para arañar un puñado de escaños en ningún parlamento.
Mientras aquí, en España, en la cuna del toreo, comienza este fin de semana la recogida de firmas para aprobar una ILP que consiga el reconocimiento de la fiesta. Una ILP a instancias de aficionados y voluntarios, ante los ataques indiscriminados de determinados grupos que han utilizado la piel del toro de moneda de cambio para sus intereses electoralistas de doble moral y nula vergüenza.
Una ILP que somos nosotros, los de a pie, los que tenemos que evitar, desde la calle, firma a firma -golpe a golpe, verso a verso-, que en un país que presume de democracia se cercene nuestra libertad de decisión, nuestra voluntad de ir a los toros, nuestro deseo de acudir a una plaza.
Nos separa una imperceptible frontera, unos picos en los Pirineos, una delgada línea punteada sobre el mapa, pero estamos a un abismo de Francia, donde cada día sustentan los toros en los rituales que no deben perderse: en el animal íntegro, en el respeto y reconocimiento al torero, que es el héroe erigido en una peana de albero, en una afición que no conoce límites y en el reconocimiento sin tibiezas de los valores de la fiesta unidos a los de la propia vida, a los de la propia historia del país.
De esta forma, Francia será una de las mejores embajadoras ante la Unesco de la declaración universal de la fiesta, mientras en España, para nuestra pena y nuestra vergüenza, continuamos perdidos en una maraña administrativa, sorteando todo tipo de trabas burocráticas como quien emprende una carrera de obstáculos cuya meta no se sabe muy bien dónde está.
Vayan ensayando, bandas y charangas del planeta taurino, que a este paso, haciéndole justicia a los aficionados franceses, terminaremos haciendo el paseíllo al son de La Marsellesa.
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