Grave cornada a Rafaelillo y triunfo de Cartagena
Momento de la cogida de Rafaelillo / Diario Hoy Ecuador
PACO AGUADO | Quito (Ecuador)
Fue una extraña corrida, con un orden de lidia confuso y un ritmo cambiante, no sólo por la alternancia del rejoneo y el toreo a pie sino por los muy distintos planteamientos técnicos a que obligó la presencia de toros de dos encastes muy distintos, el de Domecq, de Peñas Blancas, y el de Santa Coloma. Y una corrida que terminó con el agrio sabor de la fuerte cornada sufrida por Rafaelillo y los tres avisos, legales pero injustos, que escuchó el torero local Álvaro Samper después de hacerse cargo del toro que hirió a su compañero. Tal vez por eso Andy Cartagena se negó finalmente a salir a hombros después de haber paseado sendas orejas de su complicado lote.
El triunfo del jinete alicantino vino dado por la amplia gama de recursos que empleó para solventar las complicaciones de sus dos toros, uno de Santa Coloma que no humilló y cortó las embestidas y otro de Peñas Blancas, feo y pezuñón como un camello viejo, que, bipolar, embistió con fuerza a los capotes pero se negó a hacerlo a los caballos. Andy puso en práctica todo su oficio y logró sacar en claro, con una gran habilidad y sentido del espectáculo, mucho más de lo que le ofrecieron ambos.
Extrañamente, habiendo un rejoneador en el cartel, la corrida se abrió con la confirmación de alternativa en Ecuador del murciano Rafaelillo, que con ese toro de Peñas Blancas, zancudo, flacón y alto, dio una lección magistral de temple. Esta vez su muleta no fue el látigo de siete colas que debe emplear con las corridas duras sino un hilo de seda con que ayudó primero a asentarse a su endeble enemigo y luego a hacerle sacar su buen fondo, en una faena medida y exacta en la que supo mezclar técnica y estética para lograr muletazos de mucha calidad. De haberlo matado bien, se hubiera apuntado un notable triunfo en Quito. Por eso mismo salió a arreado con el quinto, al que abrió faena con las dos rodillas en tierra. Fue éste un “santacoloma” engatillado y con un astifinísimo pitón derecho que usó como una certera daga para ahondar muy profundamente en las carnes de Rafaelillo, en cuanto éste se levantó del suelo. Desde el primer momento se tuvo la sensación de que la cornada era muy fuerte.
Con el español en la enfermería se hizo cargo de la situación Álvaro Samper, que pasó demasiados apuros con espada y verduguillo, incluso siendo volteado a la hora de descabellar. Con el toro tapándose y a la huida, sonaron tres avisos, ajustados a lo estipulado al reglamento ecuatoriano, pero a todas luces injustos para el esforzado ecuatoriano. Antes y después, Samper dejó ver su buen oficio y faenó con aseo tanto con un serio “domecq” con clase pero muy a menos y con el “santacoloma” desrazado y soso que cerró este extraño festejo.
Parte de Rafaelillo: "Cornada en la cara posterior lateral del muslo izquierdo, con dos trayectorias: la primera de 20 centímetros de longitud y un orificio de entrada de 5 centímetros, que daña planos musculares; y la segunda, de abajo hacia arriba y adentro, de 10 centímetros de longitud, ambas sin daños vasculares ni nerviosos. Los médicos pronostican que en 48 horas saldrá del hospital y podrá torear en quince días".
El triunfo del jinete alicantino vino dado por la amplia gama de recursos que empleó para solventar las complicaciones de sus dos toros, uno de Santa Coloma que no humilló y cortó las embestidas y otro de Peñas Blancas, feo y pezuñón como un camello viejo, que, bipolar, embistió con fuerza a los capotes pero se negó a hacerlo a los caballos. Andy puso en práctica todo su oficio y logró sacar en claro, con una gran habilidad y sentido del espectáculo, mucho más de lo que le ofrecieron ambos.
Extrañamente, habiendo un rejoneador en el cartel, la corrida se abrió con la confirmación de alternativa en Ecuador del murciano Rafaelillo, que con ese toro de Peñas Blancas, zancudo, flacón y alto, dio una lección magistral de temple. Esta vez su muleta no fue el látigo de siete colas que debe emplear con las corridas duras sino un hilo de seda con que ayudó primero a asentarse a su endeble enemigo y luego a hacerle sacar su buen fondo, en una faena medida y exacta en la que supo mezclar técnica y estética para lograr muletazos de mucha calidad. De haberlo matado bien, se hubiera apuntado un notable triunfo en Quito. Por eso mismo salió a arreado con el quinto, al que abrió faena con las dos rodillas en tierra. Fue éste un “santacoloma” engatillado y con un astifinísimo pitón derecho que usó como una certera daga para ahondar muy profundamente en las carnes de Rafaelillo, en cuanto éste se levantó del suelo. Desde el primer momento se tuvo la sensación de que la cornada era muy fuerte.
Con el español en la enfermería se hizo cargo de la situación Álvaro Samper, que pasó demasiados apuros con espada y verduguillo, incluso siendo volteado a la hora de descabellar. Con el toro tapándose y a la huida, sonaron tres avisos, ajustados a lo estipulado al reglamento ecuatoriano, pero a todas luces injustos para el esforzado ecuatoriano. Antes y después, Samper dejó ver su buen oficio y faenó con aseo tanto con un serio “domecq” con clase pero muy a menos y con el “santacoloma” desrazado y soso que cerró este extraño festejo.
Parte de Rafaelillo: "Cornada en la cara posterior lateral del muslo izquierdo, con dos trayectorias: la primera de 20 centímetros de longitud y un orificio de entrada de 5 centímetros, que daña planos musculares; y la segunda, de abajo hacia arriba y adentro, de 10 centímetros de longitud, ambas sin daños vasculares ni nerviosos. Los médicos pronostican que en 48 horas saldrá del hospital y podrá torear en quince días".
QUITO, 1 DE DICIEMBRE
Tercera de feria. Tres cuartos de entrada.Tres toros de Peñas Blancas y tres de Santa Coloma Internacional (2º, 5º y 6º), para rejones los lidiados en 2º y 4º lugares. Desiguales y manejables los primeros, y en tipo, bajos de raza y complicados los otros.
El rejoneador Andy Cartagena, oreja en ambos. Se negó a salir a hombros.
Rafaelillo, que confirmó la alternativa, ovación y herido por el 5º.
Álvaro Samper, ovación, silencio tras tres avisos en el que mató por Rafaelillo y silencio.
Rafaelillo confirmó con el toro Cigala, nº 76, negro, de Peñas Blancas.
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